Llevo años intentando convencer a quien se deje de que Cuba seguirá el modelo español de transición a la democracia. Hay fundamentos factuales que siempre he considerado y muchos de mis futuribles se han ido cumpliendo. Un breve repaso para ejemplarizar.
Desde el mismísimo comienzo de la administración Obama se ha ido conformando el plan diabólico de legitimizar la salida de los antiguos personeros castristas para dar paso a una democracia por el camino blando, es decir, sin justicia a los crímenes cometidos durante tantos años. El acuerdo lleva años dibujado, con la aprobación en su día del presidente Obama, la Unión Europea, el Papa y el propio Castro. ¿Cómo se conformaría?. Simple. Leves aperturas económicas y políticas, para crear con las primeras optimismo y con la segunda complicidad ya que los que creen que el final se acerca no buscarán otra solución que intentar mantener sus puestos de ventas de aguacates y los llamados disidentes, que ya pueden chillar sin muchos apaleamientos, viajan a Miami para recuperación de heridas epidérmicas y estomacales.
Una vez creado el ambiente expectante, con la confabulación de casi todos, se procedería a la designación de un delfín, esto es, una figura de transición, que sería alguien de confianza del régimen pero encaminado a darle sepultura política. Porque en el fondo, lo que debe cuidarse no es la tradición, sino los millones acumulados. Este personaje buscará un consenso nacional, llamará a consulta popular para una ley de punto final, borrón y cuenta nueva en el supuesto de empezar de cero sin rencores ni chanchullos legales. Está por descontado que más del 90% de la población que vote lo hará por un SÍ, pues el grado de desesperación, desgaste y necesidad de pasar 100 páginas legitimizarán este arreglo. Esta ley promoverá, con el cuento de crear el sociego social y encaminar la paz, que NADIE pueda ser encausado por delitos cometidos antes de ser promulgada y que tenga alguna atadura con el régimen impuesto desde enero del 59 hasta la fecha de la consulta. Aprobada esta ley, se dictaría una de amnistía total, aunque también pudiera ser antes de la consulta para crear confianza dentro y fuera de Cuba.
Lista esta parte, se invocará a una constituyente, que bien puede ser antes de un llamado a elecciones generales libres o viceversa. En todo caso, se dictarán decretos-leyes para actualizar mecanismos de participación, donde se legalizarán partidos y representantes designados cooperarán en esta transición. Si la constituyente viene primero, marcará los pasos para la redacción de una carta magna, que debe forzosamente promover el ambiente que se ha creado y recuperar los antiguos mecanismos de gobiernos, como la presidencia, el congreso con sus cámaras y demás poderes, perfectamente separados unos de otros. Si las elecciones libres se ejercitan primero, los partidos llevarán listas de posibles cargos a puestos esenciales, como alcaldes, gobernadores, etc. Una nueva constitución cerrará el ciclo, que incluiría hasta cambios de nombres de algunas provincias.
Todo lo anterior puede ser, como dije en su dia, antes del 2022, pero creo que me he estirado mucho en mi perspectiva. Las elecciones, al igual que en España, serían ganadas por la cara más conocida, esto es, el llamado delfín y al que la gente, desgraciadamente, verá como salvador. No sería sorpresa que antiguos afiliados y ahora en desgracia también tengan suerte. Por ello, la continuidad umbilical estará asegurada, aunque no creo que la ideológica. La oposición, esa tan sonada en Miami pero oscura en la isla, recogerá migajas y se verá obligada a uniones vergonzosas para sobrevivir.
Los años deben curar y educar al pueblo cubano a un sistema de libertades a los que no estaba habituado, a creer en la política y sus paladines e involucrarse en estos procesos. La cercanía a EEUU y el poderoso influjo de los cubanos-americanos pueden ayudar a esto. Pero tardará mucho. Tanto que ni siquiera yo lograré verlo.