Friday, July 2, 2021

Hemingway.


 

Sesenta años hace desde que el escritor Ernest Hemingway se pegase un tiro mortal en su casa de Idaho. Para muchos, un literato de gran valía. Sin embargo, creo que fue más famoso por su rocambolesca vida que por su mediocre obra literaria que le valió, increíblemente, un Nobel de Literatura en 1954. 

Consumado mujeriego, borracho y fabulador, ya es ampliamente documentado que nunca corrió delante de los toros, ni en Pamplona ni en ningún sitio, a pesar de que sí sentía pasión por las corridas. Tampoco fue ese activista corresponsal de guerra en España sino un cronista pasable, que disfrutó más la guerra como “turista” que como partidario del Bando Republicano (antifranquistas). 

Aquí radica uno de los episodios más oscuros de su vida. Su rompimiento con John Dos Passos, a quien acusó de cobarde por abandonar España a raíz del asesinato de un amigo en común, el intelectual comunista gallego José Robles, quien fue ejecutado por órdenes de Stalin, a pesar de ser un peón de los rusos en esta “guerra civil”. Al igual que Rafael Alberti, Hemingway llegó a tener idea de quiénes fueron los autores de este crimen, sin embargo, su lealtad al bando republicano apoyado por la izquierda internacional y directamente por la Rusia soviética, le hace mirar hacia el otro lado. 

Se fue a vivir a Cuba, en donde tenía la finca Vigía que usaba como refugio de invierno y la abandona, un año y medio después de la llegada de Castro al poder y un año antes de suicidarse. Se dice que el constante ataque a intereses americanos y sus ciudadanos, además de convertirse su casa en un lugar de peregrinación, fueron motivos supremos.

No sería el único que se suicidase de la familia.

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