La izquierda liberal, los demócratas de toda la vida, en su alocada agenda de acabar con Trump, apelaron desde el primer día de su nominación presidencial a todo tipo de invensiones, fabricaron pruebas, sobornaron testigos, y dedicaron más de tres años a lograr un juicio político en el Congreso que salió en nada, algo que ellos sabían, pero lo importante era el ruido.
Pero el ruido, con el que querían descolocar al presidente, ha sido secuestrado por los militantes de ultraizquierda de la nación (apoyados por sus transnacionales), los delincuentes políticos, pandillas financiadas por millonarios que responden con violencia, destrozos, fuegos y acoso a la sociedad civil y a las fuerzas del orden. Para ellos se escudan en la complicidad de los medios, atiborrando con fake news y censurando, así también las plataformas sociales que castigan y hacen desaparecer puntos de vistas o simple expresiones que no les agrada, etiqueteándolas como "discurso de odio".
Los demócratas, al ponerse al lado de estos delincuentes, creen sacar ventaja política en vista a las próximas elecciones de noviembre. Pero lo que no entienden es que estos dictadores enmascarados no responden a ese partido sino a su propia agenda de destruir EEUU tal y como lo conocemos para someterlo a un califato comunista. Para ello, esperaron un momento de debilidad social (desempleo, falta de movilidad, cierre de negocios, temor a contactos personales, elevada frustración y stress, etc) y lo mezclaron con la muerte por abuso policial de un ciudadano negro.
Comenzaron las protestas, pero es del caos donde ellos sacan rédito. Así han promovido la violencia enmascarada de justicia social y se dió comienzo al macabro plan de desestabilización para el deseado acoso y derribo, no solo de la figura de Donald Trump, sino de lo que representa. Por ello se han atacado negocios, monumentos, se vandaliza, se empieza a oir la palabra "fascismo" poniéndola al lado de "racismo" para crear conciencia de que significan lo mismo, de tal manera que las opiniones sean acalladas para no ser etiqueteados.
La otra parte es apuntar a las fuerzas de la ley, los policías, guardias nacionales y el ejército. Buscan enfrentamientos para reportar "salvajes abusos, violaciones de derechos humanos" y así demostrar que estamos en un estado policial, racista y fascista y que debe ser abolido, a la fuerza si es necesario.
El final de todo esto, por ser EEUU, no será cómodo. Somos un país armado. Aunque demos la bienvenida a millones, muchos sabemos lo que significa perder la libertad a manos de estos enfermos de izquierda. Es posible que no te guste Donald Trump, su tupé o sus chistes malos. Pero visto a los libertadores que quieren sacarlo, no hay que ir mucho al colegio para saber que nos estamos jugando la libertad (dentro de la cual podemos discutir, amar u odiar) o la tiranía de la corrección política, que nos mantendrá en eterna pandemia, con la boca cerrada y pidiendo permiso hasta para enterrar a nuestros muertos. Ud. decide!
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