Tuesday, May 11, 2021

Bibliocastía revolucionaria.

 

La idiotez, que es la gota de los reyes de la verdad suprema, es un mal contagioso que desinhibe al poseso y le crea una satisfacción orgásmica ante el ridículo. 
 
El miércoles pasado, durante una entrevista y frente a un auditorio a tenor de la Feria del Libro que se celebraba en Bogotá, Vargas Llosa fue interrumpido por un "iluminado" que le acusó de conspirar junto a Carlos Montaner (supongo que Carlos Alberto Montaner) y Alvaro Uribe para acabar con la revolución chaburriana de Venezuela. Para muestra de su convicción, rompió un libro del afamado escritor, ante los abucheos del público en general. El literato, con la calma que produce los años y conociendo como actúan los discefálicos sedientos de sus 15 minutos de fama, parafraseó al poeta Heinrich Heine y le disparó certero al pecho del biblicida: "Se comienza rompiendo libros y se termina matando gente". 
 
Y es que este gesto retrovolucionario del aquejado defensor de las libertades para unos pocos es el símbolo cabal de las dictaduras, el crear la censura, inventar enemigos y aborregar a las masas. Coincidentemente, esa misma tesis conspirativa es la que sostiene el señor Maduro cuando se refirió al asesinato de una de sus garrapatas políticas, un tal Otaiza. Sigue siendo grande Vargas Llosa y prosaicamente precámbrica la ideología de estos catetos pseudoilustrados, que liban conciencias, compran voluntades y aplastan a sus semejantes. A idiotez cantada, metralla de libertades.
 
(Publicado originalmente como una Nota en Facebook el 5 de mayo de 2014) 

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